LO FANTÁSTICO DE LA REALIDAD

Las narraciones de índole fantástica han acompañado al ser humano desde mucho antes de la invención de la escritura ya que, como sabemos, en las bases de las antiguas civilizaciones existían leyendas y mitos en los que se contaban pasajes extraordinarios que intentaba explicar el origen de todas las cosas. Sin embargo, el género fantástico como manifestación literaria, no verá la luz hasta el siglo XIX, como bien apunta Bioy Casares en el prólogo a la Antología de la literatura fantástica, aunque podemos encontrar algunos antecedentes en siglos anteriores. 

 Su característica principal es la presencia, en la trama de un relato, de un suceso imposible de explicar según las leyes naturales, que en más de una ocasión hace que el lector se plantee si lo ocurrido pertenece a una mera ilusión de los personajes de la narración o, si por el contrario, es un hecho real. El objetivo principal parece ser incluir un elemento misterioso (fuera de lo común) en el marco de la vida cotidiana. Para lograrlo debe crearse  una atmósfera enigmática que sea capaz de captar la atención, ya que, la literatura fantástica. requiere de un lector atento y participativo, el cual debe poder integrarse como un personaje más dentro de la intriga del relato.

Otro elemento importante que debe presentar un buen relato fantástico es una adecuada ambientación que nos transmita misterio. Autores, como Lovecraft, defendían una atmósfera propicia al miedo que hiciera al lector mantenerse en tensión constante. Esto deriva de la creencia de que el género fantástico está íntimamente relacionado con el terror, cosa que no es siempre cierta puesto que hay numerosas narraciones fantásticas que no se encuentran relacionadas con la literatura de terror, y viceversa. Siempre deben aparecer, no obstante, acontecimientos extraños, seres fantasmales y/o demoníacos, inmortales, etc., de los cuales no se pueda dar una explicación realista. 

La historia puede desarrollarse en ambos mundos, tanto en el fantástico como en el real, aunque la mayoría de las veces no hay distinción entre ellos. Esta mezcla que se nos presenta entre fantasía y realidad puede crear vacilación en el lector entre creencia del hecho extraordinario y escepticismo. Para Cortázar, por ejemplo, no existe la distinción entre  ambos mundos ya que en su universo interior ve lo fantástico como algo propio de la vida cotidiana. La realidad en sí ya se encuentra repleta de misterios que nunca llegamos a resolver y que superan la frontera de lo puramente literario en incontables situaciones sobrenaturales, para las cuales ni la ciencia tiene explicación. 

Latinoamérica es uno de los lugares con mayor producción de literatura fantástica del mundo, probablemente esto se deba a la aceptación que en esa tierra se tiene de lo extraordinario como común y propio. Por este motivo, cuando, como Cortázar, seamos capaces de asumir esta realidad “sobrenatural” como verdadera, podremos captar lo verdaderamente  fantástico.

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